Comunidad, pertenencia, extranjería El impacto de la migración laboral y mercantil de la región del Mar del Norte en Nueva España, 1550-1640
Editorial: Leuven University Press
Licencia: Creative Commons (by-nc-nd)
Autor(es): Poggio, Eleonora
De esta manera, Bernardo de Balbuena describía en 1604 a los pobladores de la Ciudad de México en el primer canto de su poema dedicado a ella. Para el toledano, al igual que para su paisano Francisco Cervantes de Salazar 50 años antes, una de las grandezas de la reedificada urbe era la heterogeneidad cultural y el origen de sus habitantes. Esta característica, unida a su amplia traza, incomparable arquitectura y riqueza económica, mercantil y natural, dotaba a la ciudad, en ojos de los conquistadores, de su condición cosmopolita y la equiparaba o colocaba incluso más alto que sus pares más famosas en el resto del mundo. La Afortunada, como era también conocida la capital entre sus panegiristas, se había levantado sobre el complejo cimiento pluriétnico y pluricultural indígena, formada a partir de las grandes migraciones ocurridas a lo largo de la época prehispánicana el Valle de México, a las que se había añadido el ingrediente europeo, el africano y el asiático tras iniciarse la conquista del territorio. En la capital, se forjó el modelo de ciudad novohispana, y desde ella irradió el proyecto de expansión y dominación política, económica y cultural española hacia el resto del hemisferio y las islas Filipinas
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