Cubriendo las necesidades de la ruta transpacífica
Editorial: UNAM
Licencia: Creative Commons (by-nc-sa)
Autor(es): Pinzón, Guadalupe
En 1648 el virrey de la Nueva España, conde de Salvatierra, hizo
diversas consultas sobre la pertinencia de enviar una embarcación a
las Filipinas para llevar su correspondiente situado, ya que ése era
el segundo año en que los galeones de Manila no arribaban al puerto de Acapulco.1 Que las islas contaran con el socorro correspondiente era de gran relevancia, pues se vivía un momento difícil: las
Filipinas estaban rodeadas por enemigos debido a que la presencia
neerlandesa se había incrementado en la zona y sus navegantes
habían extendido sus contactos comerciales hasta Japón (1609) e
incluso se habían posicionado en la Isla Hermosa (1624). Aunado
a lo anterior, tras la restauración de la dinastía portuguesa (1640),
los vínculos con Macao se vieron fracturados y la única comunicación posible del archipiélago debía realizarse a través de Nueva
España.2 El virrey y las autoridades de la Audiencia de México
consideraron que era probable que los galeones filipinos no hubieran arribado en dos años debido a la precaria situación del
archipiélago o incluso a la posible pérdida de Manila.
[México: 2021]
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