Lo mítico en la formación de los niños

Sin deseo de serlo, a los 17 años me inicié como maestra de niños de 4 años. Mis opciones de estudio profesional se hallaban por las ciencias naturales pero quizás, más con la idea de salir del grupo de familiares ya insertos en el campo laboral de la escuela. Cuando ingresé a trabajar en un colegio de preescolar de la provincia de Ubaté1, los pequeños de "kinder" me encaminaron hacia un reconocimiento: yo era valiosa para ellos (luego me daría cuenta que ellos mucho más para mí), su necesidad de mi presencia, interacción y "transacción" permanente me había llevado a crear un vínculo con ellos. Fue así como a cambio de huir, me ayudaron a tomar la
decisión más importante de mi carrera profesional: sería maestra de niños. Por más de 15 años ejercí en la educación básica primaria, convirtiéndose este escenario en un tiempo próspero para la creación de proyectos de aula, salidas de campo y lectura de textos narrativos. Dentro de ellos, empecé a desarrollar una tentativa propuesta de lectura estructural para abordar el relato mítico. En este ejercicio observé que los mitos atrapaban de modo particular la atención de los niños, en especial porque les generaba preguntas sobre la existencia del ser humano y cuanto le rodea; sobre su parecido o no con las historias de la Biblia; sobre las diferentes miradas y comprensiones del mundo según la cultura; acerca del porqué nos parecemos a culturas tan lejanas a la propia, y sus preguntas por cuál de todas
las historias es la "verdad".
[Bogotá: 2017]

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